Hace mucho que no escribo pero es que no he tenido un rato de tranquilidad o la energía para hacerlo. Como imaginaréis han pasado mil cosas. Por si a caso, os updeito: he vuelto de Leiden, me he pasado un mes en Vigo y ahora estoy empezando una nueva vida en Madrid, por los próximos 4 años que durará mi tesis.
Tras un mes de búsqueda ya estoy ubicada e, incluso, he podido disfrutar de la compañía de algunas visitas. Así que, tras el huracán de situarse en la ciudad, en el labo e intentar mostrar una ciudad que mis visitas conocían mejor que yo, hoy, por fin, tengo un respirito para, como se dice finamente, rascármela toda la tarde.
Y ha sido en esta tarde, hace un rato, mientras me dedicaba al placer de mirar al infinito, que he descubierto que en mi destartalada pared hay una cara. Una cara que se ríe a carcajada suelta y que invita a acompañarla pero que tiene un toque intranquilizante. Indagaré en su personalidad y os retransmitiré quien es ese hombre con quien comparto mi habitación. De momento aquí os muestro su imagen:
¿No lo veis claro? Os ayudo:
¿Mejor? Después de esto me estoy planteándo hacerme colaboradora del programa de Iker o ir a un loquero, o las dos a la vez. Espero que al menos hayáis pasado un buen rato viendo esto.
Besitos desde un rinconcito de Madrid,
Lucía
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